Supongo que fue en algún momento de la noche, entre las 11 y las 12, mientras empezó a soplar ese vientecito que a ratos era desagradable y a ratos placentero, cuando te miré entre las luces que provenían de la pantalla del cine y pensé que, hacía tiempo que nadie me hacía sentir tan agusto, que estar allí en ese momento era inmejorable.
Y sí, en ese momento busqué tu mano, que descansaba sobre mi pierna y te besé en la cara, sitiendo que no había nadie más en el patio de butacas.
Y aunque es posible, no será la mejor noche de nuestra vida, pero fue impresionante y jo********* única.
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