El otro día estaba revisando una película de esas clásicas para sofá-mantita-peli moñas, obviamente basada en un libro, y que cuenta una historia de amor de adolescente. Tranquilos/as todos/as, se puede ver si no prestas demasiada atención a que uno de los principales personajes es interpretado por Emma Watson (I can’t con ella):
El caso es que como buenos marginados tienen un gusto por la música muy especial y por supuesto, el toque indie de la película está garantizado cuando se graban cassettes con canciones que obviamente, tienen un mensaje particular.
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¿Os habéis parado a pensar todo lo que realmente significa la muerte del cassette? Ok, el walkman murió con él, el boli bic volvió a tener su función original, la radio de tu coche heredado pasó a no tener uso… y nació un icono del indie, un hito para definir a una generación y un recuerdo que te hace pensar que es verdad que el CD tenía mejor calidad.
Pero viniendo a cuento en el día de hoy, en el día de los enamorados, quiero recordaros que el cassette también fue la muerte de un soporte del romanticismo. Vamos, que levante la mano el que no usó una cinta para grabar las canciones que sabían que enamorarían a esa persona especial, que supondrían ese algo en común o que sus canciones serían la banda sonora de ese momento para recordar.
Me pregunto muy en serio qué hacen ahora los adolescentes y post-adolescentes. ¿Enviar mensajes de voz por Wathsapp con la lista de canciones para enamorar? ¿Se intercambian el iPod o comparten listas en Spotify? Creo que no obtendré una respuesta que consiga superar una cinta trabajada y una caratula diseñada.
Feliz día de los enamorados, para los que aún somos auténticos.